En primer lugar, me gustaría disculparme por no haber escrito en bastantes días. Problemas familiares bastante serios me han mantenido (y aún me mantienen) bastante alejado del campo, por lo que mis nuevas entradas en el blog se han reducido a cero últimamente.
A pesar del título de la entrada, no voy a hablar de la película de Almodóvar. La mala educación, o la maleducancia que diría aquél, es algo que está muy de moda. Lamentablemente, está aún más de moda cuanto más al Sur nos dirijamos en este país y eso nos toca de lleno, aunque ejemplos como el de ayer de la final de la Copa del Rey de baloncesto, con energúmenos que no saben diferenciar entre sus ideales políticos y el respeto al himno de lo que para ellos es otro país, dejan también qué pensar de alguna gente del Norte, pero bueno, ya esos son otros terrenos más pantanosos.
El caso que vengo a relatar, es el de dos amables ciudadanos, presuntamente de San Fernando. Esos amables señores de 45 o 50 años que van una mañana de un lunes cualquiera más a gusto que un arbusto en su coche de los Picapiedra. Al buen hombre que va de copiloto se le ocurre (qué ocurrencia la suya...) fumar. Hasta aquí bien. Bien, o sea, se putea los pulmones pero se los putea él solito. El problema viene cuando ese buen hombre, que ve como su paquete de tabaco ha quedado vacío, decide que no tiene ganas de aguantar con el paquete de tabaco vacío en su bolsillo hasta, posiblemente dos o tres minutos después, bajarse del coche y tirarlo a la primera papelera que encuentre. No. Él decide que, ya que Carrefour ya no vende bolsas, pues algo habrá que seguir tirando al suelo. Lo que se dice la ley del continuismo.
Entonces, un ciudadano aparentemente más civíco (más progresista podríamos decir) como yo, piensa que eso de no tirar cosas al suelo mola más, que tirarlas está feo. Le llamo la atención al buen hombre con un simple toque de claxon. Al buen hombre el sonido del claxon le reconforta. Es como una sinfonía de placeres primaverales entrando por sus oídos. Encandilado por dicho sonido, decide girarse y cantarme algo. Qué majo el buen hombre. No llegué a oir bien lo que me estaba recitando, ya que yo tenía mi propia música en el coche, pero sin duda habría sido digno de escuchar. Seguro que eran todo buenas palabras... De hecho, en el tramo que prosiguió, el buen hombre quiso seguir dejándome clara su postura, estirando el brazo fuera del coche todo lo que le daba de sí y depositando su ceniza fuera. Es más, aún se giró varias veces más para seguir recitándome en prosa, agradeciéndome sin duda mi gesto cívico.
Desde aquí quiero darle las gracias a toda la gente que, como él, hace posible que este mundo sea un sitio mejor en el que vivir, y que pone todo su empeño en autoconcienciarse con el medio ambiente y educar a sus hijos en el respeto con el entorno natural. Le doy las gracias también a todos los que, como él, saben encajar bien las críticas. Por supuesto también les doy las gracias a todos los que, como él, se preocupan por el problema del paro en este país y siguen generando trabajo para los basureros y los ambientólogos. Sólo me cabe preguntarme si este buen hombre será igual de simpático y bonachón entre las cuatro paredes de su casa.
4 comentarios:
Vaya uso de la ironía,está muy bien...
Espero q vayan solucionándose esos problemas familiares.
Un abrazo
Por esos buenos hombres que hay repartidos por mi pueblo y por el mundo... yo mato, ¿me entiendes? MA-TO.
jaja,te entiendo muy bien y te digo q me gustan las personas como tú,q a pesar de estar pasando malos momentos no pierden el sentido del humor.
A mi además de estos incívicos hay otros señores que me revientan aun mas que ellos. Estos señores son aquellos que siguen insistiendo en que no hay que sancionar y que estas cosas se solucionan con la EDUCACION, y que por ello hay que hacer campañas de concienciación y educar a la gente. Me matan estos elementos, no viven en la realidad, ¿como se va a educar a alguien que tiene ya una cierta edad? si ya es difícil educar a los educables esto imposible, en estos caso lo que valdría para evitar que lo volvieran a hacer es un buen multazo. No nos engañemos, la ley antitabaco se hizo precisamente por esto, porque tocando el bolsillo es como se cambian ciertas conductas.
Absolutamente impresentable estas actitudes...
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