miércoles, 11 de diciembre de 2013

De pajareo por Doñana en un otoño seco

Bueno, lo de ayer... simplemente una de las mejores jornadas de pajareo que recuerdo. Teníamos programada desde la Asociación Ornitológica Ardea una salida a la Dehesa de Abajo y Brazo del Este que, por consejo de Rafa García, se amplió hasta el Centro de Visitantes José Antonio Valverde. Como la cosa va a ser larguita, simplemente me ahorraré la parte del desayuno en la venta y todo eso, porque los que me seguís ya sabéis que es parada obligada y que sin eso no voy de pajareo. Empezamos justo al alba (de hecho incluso tuvimos que esperar que saliera el sol un par de minutos) en la Dehesa de Abajo (Puebla del Río). 

Desde el margen de la carretera montamos el telescopio. Diré, por hacer un simil, que encontrar allí una anátida que no fuera un pato cuchara Anas clypeata era como buscar a Wally en el Vicente Calderón. Un solo cuchara más y rebosa el agua de la laguna... Se estiman estos días unos 15.000.



Pusimos rumbo fijo hacia el Centro de Visitantes José Antonio Valverde, haciendo pocas escalas y dejándolas para la vuelta, calculando así mejor los tiempos. Aún con todo, tuvimos oportunidad de ver esmerejón Falco columbarius, manadas grandes de gamos Dama dama -completamos más tarde la lista de mamíferos con un zorro Vulpes vulpes- y un espectáculo de grullas Grus grus, que apenas se habían despertado, pero ya se contaban por cientos y cientos desplazándose a las zonas en las que pasarían el día. Cerca del final de nuestro trayecto, nos topamos también con el lugar en el que muchas de ellas habían decidido pasar la noche.










A poca distancia ya del Centro de Visitantes José Antonio Valverde, observé lo que a simple vista desde larga distancia parecía un ratonero entradito en peso subido en un poste del propio carril por el que transitábamos. Éso me hizo saltar las alarmas y efectivamente... ¡Águila imperial! Un precioso juvenil de nuestra rapaz más amenazada, emblema de Doñana junto al lince ibérico, que no se sintió presionado por nuestra presencia hasta que prácticamente lo tuvimos a escasos metros.


Con una sonrisa en la cara, llegamos al Centro de Visitantes. Echamos un vistazo veloz a la exposición y proseguimos. En el mismo lucio anexo al centro, los gansos se concentraban en un bandito bastante numeroso, aunque la mayoría pasaban por la Escupidera, dirección noreste, con su clásica formación en V.


Ya de vuelta, al acercarnos al sitio donde vimos la imperial, vi aterrizar de nuevo una gran rapaz en uno de los postes del carril. Pensé que podía ser el mismo juvenil y se lo comenté a Juan Carlos. Al coger los prismáticos y mirar... ¡era un adulto! Dos águilas imperiales en la misma zona y además posadas a pie de carril, en los postes de la línea telefónica. De ésta pudimos disfrutar un buen rato, aunque no se dejó querer especialmente a nivel fotográfico.





Nuestra atención la pusimos, casi en exclusiva, en las rapaces. Fue un espectáculo. A los ya citados esmerejón, halcón peregrino y águila imperial ibérica, hay que sumarles buitres leonados Gyps fulvus, aguiluchos pálidos Circus cyaneus, aguiluchos laguneros Circus aeruginosus, milanos reales Milvus milvus, águilas pescadoras Pandion haliaetus, águilas calzadas Aquila pennata, elanios azules Elanus caeruleus e innumerables ratoneros Buteo buteo. Sólo faltaron las este año escasas lechuzas campestres Asio flammeus y algún aguilucho papialbo Circus macrourus. Ah, bueno, y todo eso aderezado con los omnipresentes y acosadores cernícalos vulgares Falco tinnunculus y cuervos Corvus corax...















Entre flipadas y dolor de cuello de no saber a donde mirar con tanta rapaz, llegamos de nuevo a Puebla del Río y de allí a Coria. Pasamos con la barcaza hacia el lado sureste del Guadalquivir, donde nos esperaba el Brazo del Este para acabar la jornada.

Poco pájaro en el Brazo del Este y especies prácticamente las mismas de la anterior salida, en proporciones parecidas. Eso sí, siempre muy cerca del coche, permitiéndonos disfrutar de ellas durante buen rato.













Vistos los resultados y la buena experiencia, seguro que en breve repetimos...

jueves, 5 de diciembre de 2013

De pajareo por el Brazo del Este (Sevilla) y salinas de Bonanza (Sanlúcar de Barrameda)

El persistente viento de levante en la provincia de Cádiz, más acentuado de la Bahía hacia el Estrecho, me hizo migrar ayer hacia el Norte, buscando mejores condiciones para pasar una jornada de pajareo. El sitio elegido fue el brazo del Este, en Sevilla. Los compañeros: Rafa Benjumea y Alberto Plata.

Dentro de un par de semanas entraremos oficialmente en el invierno y todo está igual de seco que hace un par de meses. Las únicas diferencias son las temperaturas y la suavidad de la luz… además de las especies que con cuentagotas van llegando, muchas de ellas retrasando su llegada y otras tantas haciendo lo propio con su partida hacia el Sur, dando continuidad a un retraso notable en el paso migratorio post-nupcial en este atípico otoño.

La mañana empezó como se empiezan las mañanas de pajareo: con un desayuno en una venta. Cafés, tostadas, aceite, tomate y algo de manteca para los más atrevidos, aderezo perfecto para ponernos al día de nuestras vidas, proyectos, chismorreos varios y risas. Con el estómago ya lleno, nos pusimos en marcha…

Nunca había pajareado por el Brazo del Este –increíble pero cierto-, así que diría que ya iba tocando. A primera hora mucho movimiento de fringílidos en bandos numerosos. A pesar de la sequedad reinante en la zona, las tablas enfangadas para el cultivo del arroz fueron nuestra principal fuente de observaciones. Varias cigüeñas negras Ciconia nigra, garcetas grandes Ardea alba y alguna que otra esquiva agachadiza Gallinago gallinago dieron la nota de color a unos fangales dominados por avefrías Vanellus vanellus, bisbitas comunes Anthus pratensis, lavanderas blancas Motacilla alba, cigüeñas blancas Ciconia ciconia, garzas reales Ardea cinerea y gaviotas, con buena presencia de sombrías Larus fuscus. De todas estas especies, las dos primeras nos hicieron disfrutar especialmente, permitiéndonos tomar bastantes fotografías. Alberto fue quizás el que más disfrutó de estos momentos, a pesar de estar muy acostumbrado a ver estas especies en una de sus zonas de campeo habituales.


















En algunas áreas con más agua, procedente de los canales, se concentraban más acuáticas. En una de estas pequeñas “lagunas” llegué a contar 112 calamones Porphyrio porphyrio en un rápido conteo, por lo que probablemente el número de éstos sería mucho más elevado, teniendo en cuenta los que se encontrarían ocultos entre las cañas. Espátulas Platalea leucorodia, cigüeñuelas Himantopus himantopus, fochas Fulica atra, ánades frisos Anas strepera, reales A. platyrhynchos y patos cucharas A. clypeata fueron las otras especies de acuáticas más numerosas.


Todas se sentían intranquilas y a menudo levantaban el vuelo al unísono con las pasadas de los aguiluchos laguneros Circus aeruginosus, muy abundantes durante todo el recorrido.



Pero no fueron las únicas rapaces que pudimos ver. Cernícalos vulgares Falco tinnunculus, ratoneros Buteo buteo, una calzada Aquila pennata y una pescadora Pandion haliaetus completaron nuestra particular lista de rapaces.


Tras finalizar la jornada por el Brazo del Este, y teniendo en cuenta que me tenía que dirigir al Puerto de Santa María, decidí hacer una breve pasada por las salinas de Bonanza. Y fue breve, pero intensa. Poco pájaro, pero muy cerca y con unas condiciones de luz francamente buenas, que me hicieron disfrutar como un niño tanto observándolos como fotografiándolos.


















En definitiva, una excelente jornada de pajareo por Sevilla y la costa Noroeste de la provincia de Cádiz, sitios que raramente defraudan.

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